miércoles, 28 de septiembre de 2011

Read my mind

Soy compradora compulsiva de libros. En general, no soy una persona de comportamientos irracionales (en realidad, soy el colmo de la estructura) ni excesivamente gastadora (keyword: en general) y si me sobrepaso con la compra de ropa u otras chucherías, como suele pasarme cuando me voy de viaje que arraso con ferias artesanales y demás locales, me da un toque de culpa por haber gastado mis recursos limitados en pavadas. Pero cuando compro libros jamás me pasa. Vuelvo feliz de la vida, como si hubiera hecho la mejor inversión del mundo, porque de hecho considero que comprar libros es la mejor inversión del mundo.




El problema es que en los últimos años mi ritmo de compra ha sido mucho, muchísimo mayor que mi ritmo de lectura. Tal es así que los libros se acumulan por todas partes y muchos de ellos están intactos, no por falta de ganas, si no por falta de tiempo. Por ejemplo, en las últimas tres semanas estuve totalmente abocada a la lectura de éste:











Aunque me encanta la historia, no lo estaba leyendo por placer sino para un parcial de Historia Argentina, por lo cual durante estos días tuve que abandonar la lectura de este otro que empecé en el verano pero como es en inglés voy un poco lento (bueno, bastante lento):







El parcial fue el lunes a la noche pero aún no he retomado su lectura, aunque lo veo que me mira desde la biblioteca (sí, a mí mis libros me miran), me puse a leer éste:









Demian me lo prestaron y tengo que devolverlo cuanto antes. O sea, no sólo no tengo suficiente con la parva de libros que me compro y que no llego a leer sino que también ando pidiendo prestados

Retomando la idea de que los libros me parecen la mejor inversión del mundo (después de la depilación definitiva, de la cual hablaré en otro post), creo que no es necesario leer un libro inmediatamente luego de comprarlo. Creo que hay momentos para cada libro. Ya sea por tu estado de ánimo, por la época del año o por el lugar en el que estés. Por ejemplo, este verano que me fui a Perú me llevé para leer éste:











Sí, se me ocurrió leer a Vargas Llosas en Perú, ¡qué original soy! ¿no?


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